Respiración profunda
La respiración profunda se convirtió en poco tiempo en el momento del día en el que mejor me sentía. Antes de que esto pasase, fueron años de respiraciones entrecortadas, taquicardias, sensación de mucha falta de aire. Una respiración corta, agitada, que no conseguía que fuese más allá de mis clavículas. Era extraño porque era muy consciente de mi falta de aire, de que no conseguía tener una respiración profunda, que llenase mis pulmones y sentirme bien, sin embargo, no era capaz de identificarlo como un problema. Esa sensación llevaba conmigo tanto tiempo, que ya formaba parte intrínseca de mi día a día. Era muy consciente de que la ansiedad se había apoderado de mí, de que estaba descontrolada y de que absolutamente todo me generaba ansiedad.
Tenía una necesidad absoluta de controlar todo lo que me rodeaba y cuando no era posible (ilusa de mí, ni que tengamos el control de algo) sentía una gran ansiedad. Había síntomas muy claros, como el temblor de manos, los sudores frios, la boca seca, seguido de palpitaciones, sensación de una respiración muy agitada. Y bueno en función de la situación esa ansiedad podía ir a más o a menos. Aquellos que hayáis pasado o estéis pasando por ello sabéis de lo que os hablo y los que por suerte no lo hayáis sufrido os doy un consejo no pedido. No juzguéis a quienes lo hemos padecido o padecen, es muy fácil desde fuera ponerse en la piel del otro, el problema viene cuando te toca estar en la piel.
Tocaba pedir ayuda
Así que con el paso del tiempo cada vez era más consciente de que yo sola no podía con esto, necesitaba ayuda y me autoconvencí de que no era malo, ni de débiles. Siempre me ha gustado compararlo con el dolor de muelas. Quizás uno de los dolores más pesados que he tenido en mi vida fue la extracción de una muela del juicio que estaba muy mal colocada (he dado a luz dos veces y recuerdo peor este episodio que los partos). Tuvieron que darme puntos y estuve cerca de un mes entre unas cosas y otras con muchos dolores.
Porqué te cuento esto, pues porque en una situación así nadie duda de la necesidad urgente de ir al dentista, de acabar con el dolor y con lo que está provocando el dolor. A nadie se lo ocultas por vergüenza, temor a que te juzguen o que no te entiendan, es muy simple, me duele la muela voy al dentista.
¿Entonces porque no hacemos lo mismo con nuestra salud mental?
Vivimos en una sociedad en la que la velocidad se ha multiplicado por 100 en tan solo unas décadas. Mi generación hemos pasado de ver en la televisión 5 canales a en 20 años salirnos de una página web porque tarda más de 4 segundos en cargar. Habrá personas que se adapten a este cambio de sociedad fácilmente, pero sin embargo habrá otras que se abrumen, que necesiten parar, desconectar, vivir de otra manera, pero no pueden por diferentes motivos, familiares, laborales o incluso porque ni ellos mismo saben lo que les ocurre. Sea como fuere, la ansiedad, el estrés, es un mal común que debemos normalizar y tratar desde el minuto uno en el que nos duele, en el que lo sentimos, porque si, tener ansiedad duele y mucho.
Respiración profunda. Aprender a Respirar
Como te decía, pedí ayuda y me considero una persona super afortunada por dar ese paso ya que fue un cambio radical en mi vida. Gracias a este paso me enseñaron una serie de herramientas que cambiarían por completo la forma de enfrentarme tanto a los conflictos como a las cosas más positivas. Porque uno de los problemas que puedes tener cuando la ansiedad está tan desbordada es no controlar tus impulsos tanto en los momentos malos como en los buenos, podía pasar del máximo frenetismo y no poder canalizar mis emociones buenas, a una sensación de estar hundida sin tampoco poder canalizar esas emociones. Yo solo quería encontrar el equilibrio, no sentirme desbordada ni para bien ni para mal y poder enfrentar los problemas de mi vida con la mayor serenidad posible.
Algunas de esas herramientas fueron:
Meditación
Atención plena
Cambiar mis pensamientos derrotistas y negativos (esto fue clave)
Y por supuesto técnicas de respiración.
Estas técnicas de respiración me enseñaron algo muy importante, llevaba muchos años de mi vida sin saber respirar, si como lo lees, no sabía respirar. Mi respiración era muy precaria y eso afectaba a todo mi cuerpo y a mi mente. Con la ayuda de técnicas de respiración conseguí poco a poco alargar tanto la inspiración como la expiración. Conseguí sentir las retenciones, incluso podía hacer retenciones sin sentir que el pecho se me hundía por la presión.
Poco a poco respirar bien en los momentos de ansiedad hizo que las situaciones tan horribles que se venían en mi cabeza fuesen teniendo menos importancia y con el tiempo fui capaz de dejar pasar esos pensamientos negativos y no hacerlos míos, viendo esos momentos con una cierta realidad que el miedo y la ansiedad antes me nublaba.
¿Por qué YogaKevala?
YogaKevala es el resultado de este proceso. Kevala es una palabra sánscrita cuya traducción puede ser «total», «completo», «puro», «absoluto» o «supremo». A nivel de respiración (pranayama) nos encontramos con Kevala kumbhaka es un tipo de pranayama descrito en el Yoga Sutras que se traduce como «pura suspensión de la respiración». Es una forma de control de la respiración que se produce en estados profundos de meditación de forma espontánea cuando la respiración es casi ni detectable.
Para mi encontrar la respiración profunda fue así, encontrar esos momentos de calma, de presencia, de sentirme viva y plena gracias a la respiración. Por eso YogaKevala recibe su nombre como un tributo a todo mi proceso personal en este camino de la respiración consciente.
¿Y tú eres consciente de cómo es tu respiración? ¿De cómo influye en tu cuerpo y en tu mente?
Te leo.
Namasté